ILUMINACIÓN
CORRECTA EN LA INDUSTRIA
La correcta
iluminación y el consiguiente confort visual en el ambiente de trabajo permite
a los empleados realizar su trabajo de manera más segura y productiva ya que
aumenta la visibilidad de los objetos y permite vigilar mejor el espacio
utilizado.
El campo visual
del hombre está limitado a un ángulo de unos 180 grados en el plano horizontal
y a unos 130 en el plano vertical y el proceso visual requiere tiempo, de forma
que el ojo puede ver pequeños detalles con bajos niveles de iluminación si se
le deja el tiempo suficiente. Esta última situación requiere de altos niveles
de adaptación con los que la pupila acomoda su tamaño al nivel de iluminación existente. Así, el paso
de un lugar muy iluminado a otro a oscuras requiere de un tiempo de hasta unos
30 minutos, mientras que en la situación inversa basta con unos segundos.
Es evidente que
la iluminación natural, la suministrada por la luz diurna, presenta indudables
ventajas sobre la artificial a la hora de elegir la iluminación en el área de
trabajo. En este sentido, permite definir perfectamente los colores, es la que
produce menor fatiga visual y, además, es la más económica. Sin embargo,
adolece de un inconveniente insalvable ya que es variable a lo largo de la
jornada y tiene que ser complementada o sustituida por la luz artificial,
suministrada por lámparas incandescentes, fluorescentes o de descarga de gases
para almacenes, naves industriales y grandes espacios.
La Luz
artificial puede ser general, cuando se reparte uniformemente sobre toda a
superficie de trabajo, o localizada cuando incide sobre alguna zona iluminada suficientemente. En la industria, los niveles de iluminación
dependen de la dificultad para la percepción visual y del tipo de actividad que
se vaya a realizar en cada momento.